Dos gallos de riña para sellar una amistad, después de una guerra.

En 1870, terminada la guerra con Paraguay, el general BARTOLOMÉ MITRE mantuvo una buena relación con los miembros de la Junta de Gobierno que sucedió al mariscal SOLANO LÓPEZ, muerto en Cerro Corá, al finalizar la guerra de la Triple Alianza con Paraguay y eso contribuyó a solucionar las numerosas dificultades que se presentaron luego de la contienda. Fruto de esa buena relación fue el intercambio de atenciones y finezas de todo tipo entre MITRE y uno de los integrantes del gobierno del Paraguay (no ha quedado registrado con cual, pues fueron tres los Triunviros: Cirilo Antonio Rivarola, Carlos Loizaga y José Díaz de Bedoya)

El general MITRE había recibido unos exóticos ejemplares de la selva tropical paraguaya y resolvió retribuir el obsequio enviando una hermosa yunta de caballos a su obsequiante, pero antes quiso sondear los gustos de éste y fue informado que era un entusiasta aficionado a los gallos de riña. MITRE no era perito en esto y resolvió acudir en busca de ayuda a su correligionario y amigo don CARLOS MARÍA BAZO, poseedor de un renombrado criadero de gallos de riña, a quien sometió el caso, pidiéndole después de larga conversación que le eligiese dos de sus mejores gallos y les fijase precio. Está bien, mi general —le replicó Bazo- éstos son dos de los mejores: se los regalo, y créame que lo harán quedar bien.

En efecto: el general Mitre remitió a su amigo del Paraguay los dos gallos que ostentaban los nombres de General San Martín y General Belgrano, adornados con cintas argentinas y los pedigrees” de los mismos. Según se supo después, los obsequiados hicieron honor a sus nombres, pues no perdieron riña y murieron calandracas (ver Tradiciones y recuerdos de Buenos Aires”, Manuel  Bilbao, Ediciones Dictio, Buenos Aires, 1981)

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