Hacia una sociedad mejor

Miguel del Fresco es sociólogo y filósofo. Es docente e imparte clases en diversos espacios universitarios de España y el mundo. El 16 de marzo pasado escribió un artículo en el diario El País de España, que entendemos podemos compartir parte del mismo en este espacio a los fines de ayudarnos a razonar y entender el contexto, el uso de las tecnologías y las mentiras.

En la sección Opinión del mencionado diario y bajo el titulo Posverdad y desinformación: guía para perplejos el mencionado docente manifiesta que, “A pesar de toda la información disponible, cada vez es más arduo conocer qué es verdadero, falso o en qué medida algo es verdadero o falso. La irrupción política, mediática y social de conceptos como posverdad, fake news y desinformación ha alcanzado a todos los países. La posverdad es la forma de describir aquellas circunstancias en las cuales los hechos objetivos verificables son menos relevantes, en la formación de la opinión pública. La verdad —entendida como coincidencia entre una proposición y los hechos— solo tiene una única presentación, por que lo es y no necesita maquilarse, es verdad.

“Las fake news son noticias, imágenes u otro tipo de contenidos falseados con una cierta intención. Se sostiene que las fake news al ser mentiras no son una novedad. Y es cierto. La creación de falsedades con una intencionalidad táctica forma parte de la historia de la comunicación y de lo que somos como especie, desde Platón pasando por Hobbes hasta hoy. La falsedad y, en su modo extremo, la propaganda siempre ha formado parte de la política y su uso busca conseguir algún tipo de ventaja sobre los identificados como adversarios.

La posverdad y las fake news suponen una dificultad muy importante para los ciudadanos a la hora de diferenciar los hechos reales de los hechos que son mentiras.

“Lo que sí es radicalmente diferente hoy son la escala (global y local) y la velocidad en la producción, circulación y alcance de las fake news. No tienen precedentes en la historia de la humanidad. La posverdad, las fake news y la desinformación son posibles hoy debido a una compleja interacción entre infraestructura tecnológica, prácticas comunicativas y comportamiento social.

La velocidad de difusión de las fake news y la desinformación ha contaminado la comunicación, la política, la economía, los conflictos, el pensamiento o las decisiones.

El acceso, la cantidad y la calidad de la información a la que podemos acceder como ciudadanos —clave en el modelo democrático— influye en cómo percibimos y comprendemos la realidad, tomamos decisiones y, en definitiva, nos comportamos. La posverdad y las fake news suponen una dificultad muy importante para los ciudadanos a la hora de diferenciar los hechos reales de los hechos de ficción que tienen una intencionalidad distorsionadora.

La desinformación como forma de pensar en comunidad tiende a ser justificada con la falacia de la defensa de valores culturales y derechos individuales

La desinformación, aunque tiende a confundirse con las fake news, es algo mucho más sutil y con un riesgo colectivo mayor. La desinformación es un concepto más complejo que la mentira o la inexactitud, puesto que no es casual sino creada con una intención.

Si los regímenes totalitarios del siglo XX hicieron de la propaganda con la tecnología disponible entonces parte esencial de su expansión, hoy podemos entender la desinformación, como el legado totalitario a las democracias liberales. Ha sido tras las elecciones presidenciales estadounidenses y el referéndum del Brexit, en 2016, cuando han comenzado a publicarse gran número de artículos en medios de comunicación e investigaciones con sospechas y pruebas de la existencia de proyectos a gran escala para contaminar las sociedades con discursos desinformativos.

La desinformación persigue conseguir una ventaja política gracias a extender una determinada forma de percibir de manera colectiva la realidad, lo que supone la intención de cambiarla. Hay numerosos ejemplos, no sólo en la política, de oleadas de desinformación masiva con riesgos para individuos y sociedades. Existen campañas de desinformación de gran escala e impacto relacionadas con el cambio climático, las vacunas, los alimentos, la nutrición, que amenazan con reconfigurar la percepción de la realidad social misma y de la convivencia.

Mentiras y desinformación cuestiones locales

Si bien el artículo que citamos como base no fue escrito mirando nuestra ciudad y mucho menos los procederes locales, sin duda entiendo da fundamento y permite entender algunas cuestiones del aquí y el ahora, y hasta ponerles nombres.

Fake News son las mentiras que recibimos a diario en nuestros celulares. Lo son las imágenes que introducen a este artículo. Mentiras con la intención de producir daño. 

La desinformación son las opiniones que vertimos a diario en grupos de WhatsApp elevadas a categoría de verdades bíblicas que ni siquiera los propios autores las creen y mucho menos la demuestran, pero tienen una intencionalidad política clara. En definitiva, opiniones mentirosas.

La posverdad el momento donde la sociedad y todos nosotros, creemos las fake news y la desinformación ha logrado el objetivo. Sencillamente como nos decían nuestros abuelos TE ENTRO LA PUA.

En estos momentos donde el mundo se debate en una lucha desigual con un enemigo invisible, es una muy buena oportunidad para reflexionar y pensar en salir de ella hacia una sociedad mejor sin mentiras, sin fake news, y sin desinformación.

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