El inicio del año 2022 parece haber iniciado con varios desafíos por delante. Una serie de situaciones que afectan a la población en general hace que esta combinación resulte en un presente por demás preocupante y que invita a la reflexión de la comunidad toda.
La situación económica que no da respiro, un clima que nos regalará un verano muy cálido, y una situación sanitaria actual que se agrava día a día, al parecer contribuyeron a la aparición de una inexplicable seguidilla de agresiones al personal de salud que se esta ocupando de la pandemia desde ya hace más de dos años.
Hace unos días en este mismo espacio escribíamos un articulo al que titulamos “No mires para arriba”. Teníamos el propósito de que reflexionáramos sobre que hay una realidad a la que en principio muchos la niegan. Hay una pandemia mundial que enferma y mata. Es la realidad. ¿Por qué decimos que al parecer hay quienes la niegan? Solo hace falta mirar a nuestro alrededor. Barbijos que ya no se usan, cuidados que ya no se tienen, reuniones que se siguen haciendo sin solución de continuidad.
Ahora pareciera que a esta negación se le suma la agresión al personal de salud. Es decir, seamos claros, seamos realistas, si el personal de salud no está, quien se ocupará de las tareas que involucra la atención de la actual situación sanitaria. Sinceramente no tengo respuesta. Si esperamos desde aquí, que los que trabajan en la salud sigan estando. Somos testigos de la inmejorable atención recibida en los centros de vacunación. Somos testigos de la recepción de la vacuna gratis. Somos testigos de la recepción de los medicamentos. Nunca se justifica la agresión, pero en este caso mucho menos.
Cada uno de nosotros somos únicos responsables de nuestros actos. Quizás no podamos responder por las acciones de los demás. Entonces, si usted puede desde el lugar que le toque, promueva la no agresión. A veces con un “gracias”, el personal de salud estará satisfecho. Y si alguna objeción se lo impide decir, calle, que a veces el silencio también es salud.